jueves, 18 de abril de 2013


Termina la noche y en ese ardor que dejar ver el amanecer, siento el nacer de un nuevo dia.
Locura la mia, que desafiando la suerte tiento a la muerte por conservar unos instantes en mi mente ese rastro del dia.

Subitamente empiezo a perturbarme, te siento a ti observandome y no puedo evitarlo, deceo encontrarte.

Pequeño y sutil el monstruo que eres, asusta sin tapujos al mounstruo que soy, le entrega miedos y aivsmos, le obliga a que se revuelva en su mounstruosidad sin flojera. Y le hace chillar.

Y de repente, sin motivo aparente, en medio de este extraño amnecer yo doy un grito ahogado.

Te siento.

El mountruo que soy, se perturba por ti, y hace recordar al niño que fue, el porque lo ha buscado, porque ha escapado ocultandose en el, sin dejar ver a los demas sus verdadera escencia, a estas alturas, una especie de historia de esas qeu son leyendas y que no dice nada verdadero de mi.

El mountruo que soy, pacto tregua contigo, aunque el niño no quizo, y en el momento del susto, fue el niño y no el mountruo el que uso los colmillos.

El mountruo que soy, te ama, con esa pasion mountruosa y desenfrenada que le caracterisa, porque como el eres mountruosa y apasionada, porque no te vio niña ni princesa, porque te vio horrible, roja de furia, presiosa en tu mundo de inperfecciones.

Imperfecta como tu sola, unica, lasiva, eterea, muda, y a gritos reprimida.
Te escucho mirarle. Sin siquiera animarte.

Y al siguiente instante se perdió.

Porque te vio. Te miro.
Te copio y te gravo, sin motivo aparente, sin aviso de visita.
Te mostro la puerta de entrada; sin cartel de salida.

Me come el cansancio y la muerte de la noche me trae el dia.
La desesperacion se apaga unos instantes, para dejar paso a la repeticion continua, a la vida siclica.

La eternidad comprada, que me dio vida el instante que te tuve y que me destruye noche tras noche y dia tras dia.

Doy paso al mountruo que es este niño enfermo que tengo dentro, que se quedo asustado.
Que compro colmillos al bajo y terrible costo de perder por ellos, todo intante de felicidad. Pues el susto del niño los maneja y no advierte, solo muerde, come y al instante siguiente, muere.

Cae la noche y depierto, empapado en sudor y en el olor nauseabundo de la carne vieja.
Es mi sangre la que se escapa por mi piel.
Me deja agotado.

No he descansado, me he quedado en mi lecho pensando en viejos instantes y tratando de no verte aqui.

Noches en las que te observaba, en tu cuarto, detras de tu ventana.
Dormida.
Tibia.
Fresca.
Humeda de pasion restringida.
Expectante.
De rojas rosas, de rojos vestidos tersos.

Desnuda en mi cuarto con mi ventana cerrada, escapandole al dia.
Tu mirada se mecia en alguna esquina.
Transpiraba tus besos.
Olia tu carne y quemaba la mia.

...Aunque estés lejos yo te siento a flor de piel....

Y tus colmillos relucian en la expectante penumbra, donde alguna vez buscaste quien te observaba a ti.
Yo.
Ausente y distante.
Distraido.
Miedoso.
Perdido.

Avandono el pensamiento y el recuerdo de traerte de nuevo.
Te avandono observandome.

Busco mis ropas.
Salgo a la noche que me llama.

Buscando no buscarte.
Buscando no pensarte.
Buscando no verte ni un segundo, ni un instante.
Buscando perderme de ti.

Bebiendo en otros cuerpos, el sabor que no consigo ganarte a ti.

Rohan


No hay comentarios.: